STOICHITA, VICTOR I.
Introducción. ¿Gustar una obra de arte? ¿Cómo?; Capítulo 1. Sentido de lectura y estructura de la imagen. Algunas consideraciones sobre el arte narrativo de Giotto; Capítulo 2. El autor como detalle; Capítulo 3. Cómo saborear un cuadro; Capítulo 4. «Lochi di foco». La ciudad en llamas en la pintura del Cinquecento; Capítulo 5. Los ángeles de Caravaggio; Capítulo 6. ?Blanco? y ?negro? en el arte y la literatura españolas del siglo de Oro; Capítulo 7. El retrato del esclavo Juan de Pareja: semejanza y conceptismo; Capítulo 8. La Rendición de Breda; Capítulo 9. El efecto Don Quijote. El Problema de la ?frontera estética? en la obra de Murillo; Capítulo 10. ?Pintar el paso del tiempo?. Autorretrato y autobiografía en la obra de Rembrandt; Capítulo 11. El museo y la ruina, el museo como ruina; Capítulo 12. «Le Chef-d?oeuvre inconnu» y la presentación de lo ?pictórico?; Capítulo 13. Un idiota en Suiza. Écfrasis en Dostoievski; Capítulo 14. La mirada naturalista: ?L?Oeuvre?, la cabeza, el vientre; Capítulo 15. Más allá del complejo de Peter Pan. Las sombras de Andy Warhol; Capítulo 16. Simulacros y desaparición. Algunas reflexiones sobre la iconografía política en los países de la antigua Europa del Este y sobre la ejecución in «effigie»; Ilustraciones; Procedencia de los capítulos; Índice onomástico.
Pese al título, este libro no ofrecerá ni consejos ni recetas para saborear la pintura, es más, el deseo del autor es sembrar o mejor dicho consolidar una duda, la duda sobre la capacidad de poder "saborear" una obra de arte en ausencia de su comprensión. Es decir, que el placer de una obra aumenta con el conocimiento del contexto de su creación es uno de sus postulados.
Las obras que se analizan en este texto fueros realizadas en épocas diferentes y emplean estrategias de seducción diferentes: unas son imágenes hechas para príncipes («La Fiesta de Venus», de Tiziano), otras para la Corte absolutista («La Rendición de Breda», de Velázquez), y también para el público «people» (las serigrafías de Warhol), otras incluso para el propio artista (los autorretratos de Rembrandt). La capacidad de interpelación de la obra de arte es grande y acercarnos a ella significa dejarse llevar por el juego de la interpretación.
Interpretar para comprender, para degustar, para gozar. La manzana que el amorcillo de «La Fiesta de Venus» de Tiziano huele, muerde o se dispone a lanzar al espectador es una señal de complicidad. Una señal, tan sensual, tan comestible... Pero hay otras, menos evidentes, más secretas. Este libro pretende ayudar a descubrirlas. Eso sí, "saborearlas" te compete a ti, lector o lectora.