JESÚS PONS DOMINGUIS
La idea central de nuestro argumento es sencilla, esto es que la ficcio´n posee el poder de hechizar o encantar al lector. Ahora bien, las repercusiones, incluso impli´citas, no lo son. La mi´mesis tiene la capacidad de seducir y encantar de tal forma que ese mismo poder de encantamiento acrecienta el deseo mime´tico. En u´ltima instancia, la mi´mesis es al mismo tiempo imitacio´n y personificacio´n. Todo esto, al menos en parte, lo sugiere el realista Aristo´teles en la Poe´tica aunque, como tantas otras cosas, queda sin explicar.
Cervantes mediante la narracio´n del CURIOSO IMPERTINENTE no so´lo plantea el conflicto entre autoridad y experiencia, sino que establece muy matizadamente un procedimiento de ruptura y continuidad en la dispositio de la fa´bula, a su vez imbuido de un especial cara´cter tra´gico capaz de establecer, adema´s de un contrapunto frente al sentido co´mico del argumento principal de la obra, tambie´n un modelo general y sublime para la narrativa moderna. Con ello dota Cervantes a su «rara invencio´n» de esa especiali´sima dimensio´n lu´dica que procura el predominio del deleite y la maravilla por encima de cualquier tipo de finalidad instructiva. Su ejemplaridad es otra mucho ma´s profunda. Para Plato´n y Cervantes la ficcio´n literaria no puede confundirse con el conocimiento en virtud de que su funcio´n consiste en producir entretenimiento, y so´lo considerada como una ficcio´n o simulacro puede el discreto lector evitar las confusiones entre realidad y ficcio´n y no dejarse seducir por la peligrosidad de la imitacio´n poe´tica.