GARCIA MOURELO, SANTIAGO
Desde pequeños, cuando nos bautizamos, somos signados con la cruz como señal de bienvenida a la Iglesia. Un signo que se repite con el óleo de los catecúmenos en el pecho y, años después, con el crisma de la confirmación, o en el sacramento de la unción de enfermos. La cruz siempre preside nuestras celebraciones. Comenzando por la procesión de entrada en las celebraciones más solemnes, así como su presencia en el presbiterio y, en algunos lugares, también en el altar. La señal de la cruz es también la triple signación ante la lectura del evangelio en la Eucaristía: en la frente, en los labios y en el corazón; significando respectivamente, la apertura de la inteligencia y la memoria, la proclamación y el testimonio, y la sinceridad al hacer nuestros los sentimientos de Cristo. Esta nueva entrega constituye un atractivo recurso pedagógico para reflexionar sobre el misterio de la Cruz de Jesús en grupos de catequesis de Primera Comunión, de Confirmación o en grupos de fe de cualquier edad que quieran profundizar en su significado y simbolismo.